Pasto-Quito
Kilómetros
recorridos: 410 km (apx)
Fecha: 23
de Junio de 2014
Poblaciones atravesadas: Tangua (Nariño), San Juan de España (Nariño), Tulcán (Carchi), San Gabriel (Carchi), La Paz (Carchi), Cuesaca (Carchi), Cantón Bolivar (Carchi), Ibarra (Imbabura), Cayambe (Pichincha), Tumbaco (Pichincha), Cumbayá (Pichincha).
Salimos del parqueadero del hotel sin adivinar la sorpresa que nos tenía preparada el clima. Buscamos la vía panamericana y también por razones obligadas un espacio para acomodarnos bajo los impermeables que no bastaron para harcele fuerte al clima que nos abrazó. El frío era un poderoso monstruo sobre las motos y sobre nosotros que cada vez sentíamos menos los dedos y el frío invadía cada vez más cada centímetro de piel. La lluvia fue un acompañante continuo prácticamente hasta la llegada a Rumichaca.
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Rumichaca, puerto de migración, Colombia |
Allí los pasos a seguir para poder cruzar la frontera con las motos incluidas son 3 y realmente simples aunque nos llevó más tiempo del esperado porque no teníamos claro lo que debíamos hacer para conseguir los permisos. Los pasos que seguimos fueron entonces:
1. Presentamos el pasaporte en migración Colombiana donde nos pusieron el sello de salida del País.
2. Luego hicimos lo mismo en el puesto de control de migración Ecuatoriana y nos pusieron el sello de salida, pero primero debimos llenar la Tarjeta Andina de Migración y listo, ahora listos para entrar a Ecuador.
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En la frontera |
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Bueno, olvidé algo??... Ahh siiii, la moto.
3. Para ingresar la moto a Ecuador debimos sacar la fotocopia a color de los siguientes documentos que costaron alrededor de $0,50 cada copia ahí mismo en los negocios de la frontera, hicimos entrega de los mismos en la Aduana Ecuatoriana, luego el encargado fue hasta donde teníamos parqueadas las motos, las observó, les tomó un par de fotos y nos autorizó ingresar al país con las motos por 90 días.
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Documentos para ingresar el vehículo a Ecuador |
Y ahora listos... a recorrer carreteras Ecuatorianas.
De nuevo la lluvia nuestra amiga cuando sintió el rugir de nuestros motores decidió partir de viaje con nosotros. Llevábamos la idea inicial de encontrarnos con vías en perfecto estado pero pudimos comprobar que el inicio de la trayectoria en vías nuevas y perfectas era solo un mito. Vías angostas y poco cuidadas al menos en la primer parte del viaje mientras ingresábamos en ese territorio. Continuamos bajo la lluvia que nos llevaba un poco congelados, un poco exhaustos, otro tanto temerosos, pero también llenos de expectativas.
Nos detuvimos en Tulcán, allí nos tomamos un par de cafés con parva calientica que necesitábamos como energía para continuar. Allí de pie, cerca de los fogones para calentarnos un poco, conocimos una Ecuatoriana que en medio de sus conversaciones nos dejó saber lo apetecida que es la industria textil Paisa y la industria de calzado Bumangués en tierras Ecuatorianas. Además fue aquella mujer la que nos dio el dato más esperanzador pero el más equívoco y timador encontrado ese día (y quizás en el viaje) que estimaba una distancia en tiempo de 3 horas y media desde allí hasta Quito, tiempo que prácticamente duplicamos.
El viaje de Tulcán a Quito fue uno de esos absolutamente impredecibles. La vía estaba en reparación y remodelación por lo que la cerraban por horas, luego tuvimos que tomar un desvío por una vereda llamada El ángel. El trayecto era la mitad ascendiendo y la otra mitad descendiendo, acompañados todo el trayecto de la lluvia inseparable que nos obligaba a viajar a poca velocidad además porque la mayor parte del trayecto fue traumático para las motos y para nosotros.
Otro contratiempo además de la lluvia todo ese camino, fue la gasolina. Siiii, la gasolina. No venden combustible a colombianos en estaciones cercanas a la frontera, supongo que por control de tráfico ilegal del combustible, situación que aseguro no se controla de esa manera y más fácil casi consigue hacernos quedar tirados en carreteras desconocidas y sin comunicación, pues ya la señal de celular estaba perdida.
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Preciosas y alucinantes montañas |
Las motos pedían a gritos su necesario combustible y a pesar de los hermosos paisajes vistos no dejábamos de pensar en el problemita tan grave que nos ganaríamos de quedarnos varados por allí. Las motos agradecidas aunque malhumoradas alcanzaron a llevarnos a la población en la que por fin nos abastecerían los tanques. Ibarra. Allí entonces descubrimos que valió la pena llegar con los tanques vacíos. Combustible desde $1,28 dólares el galón y de gasolina Extra, un precio enloquecedor para un Colombiano acostumbrado a pagar mas del triple por asqueroso y sucio combustible. Llenamos las dos motos con 11 dólares y a partir de ese momento solo llenamos las motos con el mejor combustible ofrecido en aquellas tierras que nunca superó los dos dólares el galón.
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Gasolinera, Ibarra |
Continuamos entonces nuestro camino ingresando y cruzando la ciudad de Ibarra cuando de repente mi primera infracción de tránsito no multada pero que me dejó sorprendida, perpleja, anonadada, asombrada, y muuuuy asustada porque por poco y causo un accidente conmigo como principal víctima. Sucede que los semáforos allá están ubicados en una posición nunca vista para nosotros en las pocas carreteras Colombianas conocidas y yo me salté uno precisamente y fue por el pito de los carros que cruzaban que me di cuenta... Ooohh, vaya susto. En Colombia encontramos los semáforos a lado izquierdo y derecho exactamente sobre el pare. En ecuador encontramos la gran mayoría de ellos a una distancia bastante alejada del pare, es decir, primero el pare, luego el cruce de calles y por allá casi en la cochinchina encontramos los semáforos, muchas veces incluso en el carril izquierdo en una esquina casi invisible. Si, así están los semáforos allí, tan lejos y ocultos como prueba de nuestra concentración.
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Laguna de Yahuarcocha, Ibarra |
La anterior, es la laguna de Yahuarcocha ubicada en la zona norte de Ibarra, una bonita vista que está rodeada por hermosas montañas y construcciones que provocaba visitar. Debimos conformarnos con su observación a distancia, pero allí, mientras la observábamos decidimos olvidarnos de impermeables, pues parecía que la lluvia y el frío no nos pensaban acompañar mucho más. Allí unos viajeros Colombianos cuando nos vieron detenernos se nos acercaron preguntando por la compra del Soat Ecuatoriano, duda que no supimos resolver porque después de averiguar decidimos no adquirirlo. Y por fin nos detuvimos a almorzar y nos encontramos con la siguiente combinación:
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Sopa con crispetas? |
Si, sopa con crispetas, combinación que yo ni corta ni perezosa decidí experimentar y debo confesar que me pareció tan divertida que a mi compañero de viaje no le dejé ni un solo grano de maíz inflado. Aunque tampoco puedo desconocer que estaba bastante simple y desabrido el almuercito, y ni que decir de la atención tan pésima con la que fuimos recibidos con todas las empleadas ocupando medio restaurante afuera, conversando duro, viendo revistas y con unas ganas de atendernos que dejaron mucho que pensar del lugar.
Continuamos ahora con las baterías recargadas nuestra ruta destino Quito, lo que no sabíamos era que aún nos faltaba mucha carretera por recorrer y contratiempos que anotar. Nos detuvo la policía y como nos sucedió todo el camino nos preguntaban las razones para viajar en moto independiente, y con la amabilidad del caso nos desearon un buen viaje y nos afirmaron estar muy cerca.
Las vías mejoraron muchisimo, siendo las mismas muy nuevas aunque aún estabamos esperando las vias de 6 carriles para dejar de pensar en que era un mito lo de las vías perfectas.
Continuando el viaje nos detuvo un policía quién mientras escribía una multa por 102 dólares, afirmaba que mi compañero había cometido una falta gravísima en tierra ecuatoriana por adelantar en sitio prohibido, situación que nos dimos cuenta de regreso que era absolutamente injusta, pues la línea demarcada en el trayecto sí era discontinua.
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Querido amigo |
La multa al final no apareció en migración Colombiana porque quizás se compadeció de nosotros después de quedar por autodecisión en la foto, pues hasta ahora salimos de allí sin pagar un centavo por esa falta. Lo que si perdimos fue tiempo valioso para llegar a Quito. El mismo policía de la multa nos dijo que en 7 minutos estaríamos en Quito, y que me late que manejamos un reloj con manecillas y velocidades distintas porque nos demoramos mucho más de 30 minutos en vislumbrar por fin un sitio lo más parecido a una ciudad.
Es de anotar que las vías comenzaron a mejorar, con un aumento de
incluso hasta 6 carriles, esos que con ansias esperabamos, lo que facilitaba el transporte, aunque debido a
factores como la altura, el clima y la inclinación, nos encontrábamos
con vías perfectas y motos que no alcanzaban velocidades suficientes
para ayudarnos a ganar tiempo haciendo aprovechamiento de esos recursos
viales.
Las motos en Quito pagan peaje, $0,20, novedad para un Colombiano acostumbrado a pasar por un ladito en cada peaje de su tierra y otro dato adicional es que las motos al parecer no son tan apetecidas en aquel país, pues no abundan como suponíamos debían abundar en cualquier ciudad si además le sumamos la economía en el costo de la gasolina.
Llegamos a Quito, un caos total de movilidad, semáforos que no cumplían una función suficiente y para ello todos los agentes de tránsito debían estar controlando los trancones absurdos haciendo omisión del color marcado por el semáforo. Cruzar Quito para llegar al centro histórico, sitio de referencia para comenzar a buscar el hostal fue una locura absoluta. Quizás una de las experiencias de mayor riesgo durante ese viaje, o al menos para mí lo era en ese momento. Deseaba bajarme de la moto y hacer camping en cualquier sitio. Estábamos agotados, mientras cruzábamos quito para intentar asomar por la parte sur, se hizo de noche, fue un viaje eterno. El gps estaba sin batería y debimos recurrir a preguntar a la gente. Nos perdimos de la forma más inexplicable, dimos vueltas por la vía principal hasta incluso volver a tomar la salida de la ciudad. Para retomar las vías principales de la ciudad recurrimos a explicaciones tan poco prácticas y a intuiciones tan desubicadas que resultamos por zonas casi deshabitadas, sin vías actuales, en tierra, angostas, las cuáles suponíamos eran el carril del tren antiguo y veíamos desde allí la ciudad tan abajo y tan lejos que yo personalmente pensaba que vivos no íbamos a llegar. Cuando uno viaja, debe poner cuidado de no transitar por zonas sin saber de antemano si son seguras o no y de esa vía no teníamos la más mínima referencia pero no inspiraba la seguridad necesaria para sentir que íbamos a llegar sanos al final. Yo solo quería llegar de inmediato pero esa era tan solo la mitad del camino de espinas.
Entramos al fin a Quito y los policías de forma muy amable intentaban guiarnos para llegar al centro histórico, al cual también llegamos quizás sin mucho problema. Pero nos encontraos con la siguiente piedra en el camino. La nomenclatura de Quito fue la más difícil de comprender del viaje. Seguro ni la muñequita de google hubiese sido capaz de guiarnos sin antes hacernos perder 2 horas. Dimos mil vueltas hasta que mi agotamiento abrupto, mi desesperación por encontrar el hostal y la ahora resignación por la constante pérdida en el camino me hizo desesperadamente encabezar la caravana sin detenerme a preguntar a nadie necesitando al final solo dos vueltas prácticamente por el mismo sitio para al fin encontrar el lugar. Adiós motos, adiós comida, adiós maletas y a dormir, porque por fin habíamos encontrado el hostal solo a segundos de darnos por vencidos y dormir en un parque.
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Basílica del voto nacional, Quito |
Y ésta es la vista desde el hotel. Una maravillosa construcción que ese día el agotamiento no pudimos detenernos a observar.